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Caminos

Son mis arrugas surcos transitados por las dudas.
También la tristeza serpenteó estas curvas
y tuvo como compañera de senda a la melancolía.

Repetidamente me bronceó la desilusión la tez:
de quien nunca vino, de quien se fue para no volver.
Dejé esas ausencias que quemaban mis huellas
a ambos lados del viejo camino de tierra
junto a las renuncias, las traiciones y las quimeras.

Temí mil veces correr la suerte de Edith
si cedía a la tibia tentación de mirar atrás:
olvidar lentamente el sabor de la dulzura
y que cada poro de mi cuerpo emanara sal.

Mil y una veces volví el rostro pero jamás el paso.
Y en ese continuo caminar sin descanso me hallo,
pues la brisa el amargor acaba siempre borrando.

NARUMI

 

lot's wife

Quién

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Quién le explicará ahora al viento
que ya no tiene que agitar tu pelo.
Quién le dirá a los árboles en flor
que ya no vas a probar sus frutos.
Quién le confesará a las aguas
que ya no van a verte desnudo.
Quién le pedirá ahora a los pájaros
que dejen de ensayar para ti su canto.
Quién le descubrirá a las verdes hojas
que ya no vas a contemplar sus tangos.

Díselo tú al viento
conversa con los árboles y las hojas tú.
Confiésale la verdad al agua
y adviérteles tú del vacío a los pájaros.
Que yo no tengo valor para defraudarlos.

Que si por mí fuera
estaríamos con el viento charlando
comiéndonos de los árboles sus frutos
desnudándote en el agua mientras cantan los pájaros
y bailan las hojas su danza.

NARUMI

A los niños

He vivido tantas vidas en mi vida
que si quisiera ponerme a contar
no terminaría jamás.

Fui cuchara larga de madera
perdida en un guisado de ternera.

Fui una mosca despistada en otoño
de la que todos estaban hasta el moño.

Fui una cigüeña viajando a Atlanta
Que se posaba en cada planta.

Fui la bruja mala de la historia
Que recorrió el mundo en su escoba.

Fui científica de insectos raros
que eran buenos pero parecían malos.

Fui una lágrima en un pañuelo
que acabó evaporándose al cielo.

Fui un caramelo para la garganta
que aliviaba la tos y la desesperanza.

Fui la primera línea de un cuento
del que nadie olvidará el argumento.

Fui hoja de pino que libre volaba
de nube en nube, de rama en rama.

Fui animal
Fui florecilla
Fui un poco aire
Y un poco arcilla.

Y tú, ¿dulce niña de ojos marrones?
Y tú, ¿dulce niño de ojos saltones?
¿Qué cosas serás?
¿Cuántas vidas vivirás?

Espero que muchas,
muchas,
muchas más.

 

NARUMI

He sustituido

He sustituido sin más tu sonrisa.
Me he cambiado de pupilas
y me he mudado de mentón.

He desautorizado de una vez tu ruido.
Me he cambiado de estrofa
y me he mudado de calor.

He remplazado todos tus lunares.
Me he cambiado de dudas.
Y me he mudado de locura.

He suplantado a la postre tu olor.
Me he cambiado de miedo
y me he mudado de amuleto.

He depuesto al fin tus sombras.
Me he cambiado de certeza
y me he mudado de rareza.

Todavía pregunto por ti a veces
a alguna vecina.
Quizá por costumbre.
Quizá por manía.

 

NARUMI

Siete del mes dos

Hoy nos unirá la distancia.
Tú, en tu ciudad mediterránea.
Y yo, en mi tierra llana.

Hoy nos unirá el olvido.
Tú, queriéndolo sepultar.
Y yo, evocándolo un año más.

Hoy nos unirá la soledad.
Tú, culpándome de ella.
Y yo, invitándola a cenar.

Hoy nos unirá el calendario,
la agenda, el teletexto,
los titulares del noticiario.

Siete,
del mes dos,
del año aquél.

Hoy nos unirá la brecha
que alberga lo que fue y no fue.
Tan ancha y tan estrecha.

La misma que nos acerca y nos aleja

 NARUMI

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PRESAGIO

 

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Vuela sin posarse demasiado en nada.
De un recuerdo de ayer a una esperanza de mañana.
Se remueve, trémula, inquieta, agitada.
De una duda tonta a una duda rara.
Corre despacio sin objetivo y sin pausa.
De un pensamiento a otro que escapan.
Gira corriendo para volver donde se fue volando.
De un recuerdo, a una duda,
de un pensamiento a una esperanza
va cambiando.

Presagio una noche en vela,
Una noche de insomnio,
una noche que se torna poema.

 

NARUMI

 

No coincidían

Un amigo me envió esta preciosa foto de nuestro pueblo en La Mancha (como no podía ser de otro modo) y me pidió que escribiera unas palabras.

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No coincidían nuestros horizontes con tus aristas.
Nuestros ojos comían siempre más allá.
El orgulloso gris de tus paredes
combinaba fatal con nuestra risa.
Y el silencio de tus largas noches
nos hacía ruido cada despertar.

Debía estar la música en otra parte.
La gente con gabardina, las luces,
los libros, los buenos amantes.
Y las montañas floridas y el mar.

Nos marchamos en tren un día
y dejaron de pisar tu espalda nuestros pies.
Fuimos Tagore, Kavafis, Sabina,
descifrando atentamente durante años
el camino que traía de vuelta nuestros pasos.

Ahora, se nos antoja elegante tu grisura.
Compramos tu silencio como un bien.
Y se acomodan a tus bordes nuestros ojos.

Quizá va siendo hora de tomar un tren.

NARUMI

VUDÚ

 

Recupero hoy este texto que ha ilustrado mi amiga en este mundo de los blogs, María Míguez. Os invito a que visitéis su página: https://mariammiguez.wordpress.com/

Admiro su manera de decir tanto en tan poco con sus haikiños ilustrados. Y me encanta su fotografía, que deja intuir cómo debe ser la persona que hay mirando detrás de ese objetivo… ¡Muchas gracias, María!

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Cogí un puntiagudo alfiler
para hacerle a la vida vudú.
Pinché los estómagos vacíos
y los recibos de la luz.

Pinché las entrevistas de trabajo grupales
las indecisiones, los duelos, las crueldades
y los síndromes premenstruales.

Pinché la envidia, la arrogancia, la ambición
las fotos con las nuevas novias
y las partidas de defunción.

Pinché los accesos restringidos y las fronteras
el cáncer, el poder, las guerras
y las arrugas que vienen de la tristeza.

Pinché ese punto de la espalda al que no llegas
y no tener quien sí que llegue.
Y tener quien llegue y no pedirle que venga.

Pinché las personalidades sin aliño
la desilusión, el desamor, el conformismo
y las discusiones sin contenido.

Pinché los “pero”, los “y si” y los “ojalá”
las cosas dichas pero no hechas
y las preguntas sin respuestas.

Pero la vida llevaba una coraza,
una armadura, una cota de malla
y le dieron igual mis punzantes amenazas.

NARUMI

HAY

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Hay tesoros en contenedores.
Y hay sorpresas en días cualquiera.
Hay domingos en algunos lunes.
Y hay algo de alegría en la pena.

Hay costuras que eran rotos.
Y hay preguntas que son respuestas.
Hay amantes que son enemigos.
Y hay desayunos que son cenas.

Hay noches de San Juan en invierno.
Y hay dudas en todas las certezas.
Hay atajos que se tornan laberintos.
Y hay premios que resultan condenas.

Hay silencios llenos de palabras.
Y hay huesos entre la carne.
Hay verdades que parecen mentira.
Y hay finales interminables.

Hay futuros que no llegan
Y hay historias que no pasan.
Hay señales que a menudo se obvian
Y hay fuegos que nunca se apagan.

NARUMI

Feliz cumpleaños

No me importa que no los quieras:
te regalaré hoy por tu cumpleaños
los deseos de los soplos de mis velas,
por si tu olvidas pedir lo que es debido.

Deseo…

Que llenes de brindis tus jornadas.
Que sientas paz, que sientas calma.
Que grabe tu memoria la belleza
y perdone tu corazón las vilezas.

Que no te falte nunca un amigo
ni un lugar donde hallar cobijo.
Que te topes con la mujer de verde
y, por una vez, no huyas de tu suerte.

Que aprendas a olvidar, acordándote.
Que invites a tus monstruos a cenar.
Que una mano te acaricie la espalda
y tengas una espalda que acariciar.

Que se te pase el dolor de barriga.

Que no esperes más, que te atrevas.
Que eches a andar y no vuelvas.
Que te avengas por fin y te quieras
lo que a mí no me dejaste querer.

Estos deseos serán hoy mi dádiva
en ciento sesenta caracteres encriptada:
un ‘feliz cumpleaños’, un ‘qué pases buen día’
un cualquier cosa manida que se calla
todo lo que en verdad te desearía.

Pero ojalá vea, no importa que sea en foto,
que al fin te brillan por completo los ojos
que al fin la sonrisa no te cabe en el rostro.

Que se han cumplido mis deseos, todos.

NARUMI

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